La atención de las necesidades y demandas de las juventudes debe volver a ser una prioridad para el Estado. Las inequidades entre jóvenes y su dificultad para acceder a una educación y salud de calidad, trabajo decente, vivir en un entorno sin violencia y discriminación, así como contar con espacios de participación ciudadana donde sus voces sean tomadas en cuenta y formen parte de la discusión pública, se han incrementado en los últimos quince años debido al progresivo abandono que han sufrido las políticas orientadas a juventudes y la institución a cargo de garantizar su cumplimiento.
A continuación, exponemos tres razones que hacen urgente una reforma de nuestra entidad.
Se denomina relación de dependencia a aquella que existe entre la proporción de personas en edades productivas respecto de la proporción de personas en edades potencialmente inactivas. Cuando las primeras (productivas) crecen en comparación con las segundas (inactivas), la relación de dependencia baja, y aumentan las posibilidades de ahorro e inversión, generándose una situación favorable para el desarrollo de los países, el crecimiento económico y el aumento del bienestar.
Las últimas estimaciones calculan el inicio del bono demográfico peruano en el año 2005, con una duración de 40 años hasta el año 2045, lo cual brinda al país al menos 24 años más para potenciar su desarrollo y prepararse para un escenario de envejecimiento poblacional.
El bono demográfico por sí solo no generará desarrollo sostenible si los países no adoptan medidas oportunas y efectivas para aprovecharlo, y así contar con los recursos capaces de sostener a una numerosa población adulta mayor en un futuro. Ante ese escenario, es prioritario realizar una considerable inversión en capital humano, especialmente en jóvenes.
Para lograrlo, el Perú debe avanzar –de manera simultánea– en múltiples ámbitos de políticas públicas dirigidas a las juventudes: educación, salud, trabajo productivo y bien remunerado, reducción de la discriminación y la violencia, protección social, participación, entre otros.
Desde entonces, la denominada Secretaría Nacional de la Juventud (SENAJU), ubicada como un órgano al interior del Minedu, fue perdiendo de forma paulatina su relevancia, capacidad de planificación y de elaboración de propuestas, así como su jerarquía, cantidad de personal y recursos.
Este Gobierno de Transición y Emergencia, consciente del papel fundamental que los jóvenes volvieron a ejercer en defensa de la democracia, analizó la situación de la actual SENAJU y fruto de ello, decidió impulsar su reforma institucional a inicios de este año.
En este contexto, resulta manifiesta la distancia que existe en la relación entre las juventudes y el Estado. Situación que últimamente se vio reflejada en las movilizaciones producidas en noviembre del año pasado, protagonizadas mayoritariamente por jóvenes.
A continuación, algunos datos recientes que resaltan dichas desventajas:
1. Situación de las juventudes en el Perú (2019) antes de la pandemia:
Pobreza y empleo
Educación
Salud sexual y reproductiva
Violencia y discriminación
Brecha en el acceso a Internet
2. Impacto COVID-19 en las juventudes
Pobreza y empleo
Educación
Género